martes, 24 de octubre de 2017

Cuento: El agua mágica para el rey

El agua mágica para el rey

El agua mágica para el rey
Érase una vez en un antiguo reino, existió un rey que tenía tres hijos. Un buen día, el rey cayó bajo una terrible enfermedad, y con el paso del tiempo, perdió las ganas de comer, de reír y hasta de conversar. Preocupados por la salud de su padre, los tres príncipes buscaban cualquier remedio que ayudara a curarlo, pero todos sus intentos eran en vano.
Cuando ya no sabían qué hacer, se les acercó entonces un extraño anciano y les dijo lo siguiente: “Vuestro padre sufre una grave enfermedad, una enfermedad que sólo se cura con un agua mágica”. Y tan pronto como terminó de hablar, el anciano desapareció ante los ojos de los príncipes.
Sin dudarlo ni un segundo, el mayor de los hermanos ensilló su caballo y marchó a toda velocidad hacia el bosque. A mitad de camino, se tropezó con un duendecillo azul que cruzaba el camino justo en ese momento.
– ¿A dónde vas, jovenzuelo? – preguntó el duende.
– ¿A ti qué diablos te importa, enano? Quítate de mi camino – gritó el príncipe sin contemplación.
Pero aquel duende era una criatura mágica, y tanto se enfureció por aquella respuesta que maldijo al chico desviando su camino hacia un bosque encantado.
Al ver que su hermano no regresaba, el mediano de los príncipes decidió ensillar también su caballo y salir a buscar el agua de la vida para su padre. Cuando cruzaba el bosque a toda velocidad, volvió a aparecer de repente el duendecillo mágico.
– ¿A dónde vas, jovenzuelo?
– Aparta imbécil, no tengo tiempo para preguntas estúpidas.
El duende no pudo contener su enfado, y nuevamente lanzó una maldición para el príncipe enviándolo hacia el bosque encantado.
Finalmente, el más pequeño de los hermanos también decidió probar su suerte, y tras ensillar su caballo partió por el mismo camino hacia el bosque. Al verlo acercarse, el duende azul salió a su encuentro.
– ¿A dónde vas, jovenzuelo?
– He de buscar el agua mágica para curar a mi padre que está gravemente enfermo, pero no tengo la menor idea de dónde pueda encontrarla.
“Yo te lo diré”, exclamó el duende con alegría, pues finalmente alguien le había tratado con respeto y consideración. Tras una breve explicación, el príncipe entendió todo lo que tenía que hacer y se puso en marcha nuevamente. Así anduvo dos o tres horas caminando hasta llegar a un castillo embrujado en lo más profundo del bosque.
A la entrada de aquel castillo, existían dos leones enormes y feroces, pero el príncipe no tuvo miedo, pues el duende le había dado una varita mágica y dos panes. Con la varita mágica, el chico pudo abrir la puerta principal del palacio, mientras que los panes sirvieron para entretener a los leones.
Antes de entrar al lugar, el príncipe recordó entonces las palabras del duende: “A las doce de la noche, las puertas del castillo se cerrarán y quedarás atrapado para siempre. Date prisa y no demores en salir”. Y así lo hizo el valiente joven.
Tras atravesar un largo pasillo, el príncipe pudo encontrar finalmente la fuente del agua mágica, y sin tiempo que perder, recogió un poco de aquella agua en un frasco de cristal y se dispuso a salir del lugar a toda velocidad. Sin embargo, en ese momento, se apareció ante los ojos del chico una hermosa muchacha de cabellos rubios como el oro.
“Gracias por venir a rescatarme. Llevo mucho tiempo en este lugar hechizado y pensé que jamás podría salir. Sé que no tienes tiempo, pero si vienes antes de un año, me convertiré en tu esposa”, y dicho aquello, el príncipe no tuvo más remedio que apurarse para salir del castillo, no sin antes prometerle a aquella muchacha que regresaría a buscarla lo más pronto posible.
Camino de regreso, el príncipe se topó nuevamente con el duende, a quien agradeció por su gran ayuda y le pidió de favor que trajera de vuelta a sus hermanos. Como el duende no era un duende malo, liberó a los dos príncipes mayores, y regresaron los tres hijos para encontrarse con su padre.
En poco tiempo, el rey se recuperó completamente, y para celebrar su sanación, convocó a un gran banquete. Sin embargo, el más pequeño de los príncipes se mostraba triste y pensativo. No había podido olvidar a aquella hermosa muchacha del castillo encantado.
Cuando su padre le preguntó, el más pequeño de los príncipes les contó toda la historia, pero como sus hermanos eran muy envidiosos, se adelantaron para rescatar a la princesa. De esta manera, los jovenzuelos llegaron al castillo embrujado, donde la hermosa muchacha había colocado una larga alfombra de oro a la entrada, advirtiéndole además a los guardias que no dejaran pasar a nadie que no caminara por el centro de dicha alfombra.
El más grande de los hermanos, cuando se dispuso a entrar al castillo, no quiso estropear la alfombra de oro y decidió caminar por el borde del pasillo, pero los guardias le negaron la entrada al momento. El príncipe mediano también quiso probar suerte, pero al ver la alfombra de oro pensó que sería mejor entrar al castillo por otra puerta, y también le negaron la entrada.
Finalmente, llegó el más pequeño de los hijos del rey, y al ver la princesa a lo lejos, no pudo contener su alegría y atravesó todo el castillo sin darse cuenta de la alfombra de oro que descansaba sobre el piso. Así, quedó demostrado una vez más que el amor triunfa por encima de todo lo demás, y por supuesto, los dos jóvenes se casaron tan pronto llegaron al reino, y fueron muy felices para toda la vida.

viernes, 20 de octubre de 2017

Continuación de Descifrando mensajes de los alemanes

Descifrando mensajes de los alemanes

Decodificadores polacos

     Incluso antes de la Segunda Guerra Mundial, un pequeño grupo de académicos en Polonia trataba de destapar los secretos del código Enigma. No sabia como funcionaba la maquina. No podían descifrar el código.
     Su suerte cambio en 1931. Hans-Thilo Schmidt, que trabajaba en el gobierno alemán, vendió al gobierno francés los documentos que describían la máquina Enigma. Los franceses pasaron esta información a los oficiales polacos. Con ella, un matemático polaco, Marian Rejewski, descubrió como construir un modelo de trabajo de Enigma. !Se había resuelto la primera pieza del rompecabezas!
     Los polacos descifradores del código dedicaron un año a estudiar el aparato. Finalmente, pudieron descifrar el código diario. Esto les permitió descifrar o descubrir los mensajes que los alemanes estaban enviando.
     Muy pronto las maquinas Enigma y los códigos se volvieron más complicados. Era difícil para los polacos descifrar los mensajes. Un poco antes de que estallara la Segunda Guerra Mundial, los oficiales polacos decidieron informar al gobierno británico de cómo funcionaban las máquinas Enigma. En un encuentro secreto, los polacos les dieron a los británicos dos máquinas Enigma que ellos habían diseñado.

Bletchley Park

     El gobierno británico había pensado que los códigos Enigma no podían descifrarse. La información de Polonia cambió su manera de pensar. Rápidamente los británicos montaron un nuevo centro para descifrar códigos en una vieja mansión llamada Bletchley Park. Contrataron a miles de personas para trabajar en el desciframiento del codigo Enigma.

     Muchos trabajadores eran criptologos profesionales o personas que estudian y descifran códigos. Otros habían trabajado como oficinistas. Algunos eran eruditos en matemáticas, ciencias o idiomas.Había tanto hombres como mujeres. Todos tenían una cosa en común: eran expertos en resolver problemas y acertijos. 
     Los criptologos trabajan dia y noche en los mensajes alemanes. Lo hacían como un deber sagrado y la vieja mansión era casi como un templo para ellos. El trabajo que hacían era ultra secreto. Los británicos no querían que los alemanes supieran que era posible que descifraron el código Enigma. Los criptologos no podían hablar con sus amigos o familiares sobre el trabajo que realizaban. !incluso había personas en Bletchley Park que no sabian que estaban trabajando para descifrar el código alemán!

Descifrando el codigo aleman

     Los decodificadores británicos no tenían los libros de códigos alemanes. Por tanto, tenían que investigar cómo funcionaba Enigma cada dia. Los operadores de Enigma le cambiaban los rotores al menos una vez al dia. Como punto de partida ese dia enviaban al receptor un código de tres letras dos veces consecutivas.
     Los decodificadores usaron estas letras repetidas para hallar vínculos. Un vínculo les ayudaria a hacer mejores conjeturas sobre la distribución de los rotores. Luego verificaban a mano estas distribuciones hasta que hallaban la correcta. Este proceso se realizaba a diario.
     Una vez que era descubierto el código del dia, comenzaba el trabajo de descifrar los mensajes. Un grupo de personas en Bletchley Park se encargaba de traducir los mensajes del aleman al ingles. Luego los enviaban al gobierno británico y a los líderes militares.
     El sistema utilizado en Bletchley Park permitió a los británicos conocer los planes secretos de guerra alemanes. Sin embargo, el sistema Bletchley resultaba trabajoso porque los militares alemanes cambiaban sus códigos constantemente. Incluso algunas veces le hicieron cambios  a la máquina Enigma.

El genio de Alan Turing

     Un hombre llamado Alan Turing ya trabajaba arduamente para encontrar nuevas formas de descifrar el código. Como estudiante de la Universidad de Cambridge, Turing había sido un investigador matemático. Ahora trataba de hallar una nueva manera de descubrir el código secreto alemán.
     Turing estudió mensajes que ya habían sido descifrados. Noto que muchos mensajes tenían las mismas palabras en los mismos lugares. A estas palabras y frases repetidas la llamó "chuletas". Un ejemplo de chuleta era etter, la palabra alemana para "clima". Los alemanes enviaban un informe meteorologico cada manana. Casi siempre contenía la palabra wetter al comienzo. Turing comenzó a recolectar estos mensajes.
     El siguiente paso consistía en examinar los  mensajes para hallar un lugar donde la palabra wetter pudiera encajar. La maquina Enigma no podia codificar una letra con la misma. Eso significaba que la letra W en el texto original nunca podria corresponder con la letra W en el texto codificado. Hallar la ubicación de la chuleta constituía un gran paso para descifrar el código. Los descifradores tenían una clave para hallar las preparaciones diarias de Enigma.

     Esta chuleta funciono, pero se necesitó mucho tiempo. Turing inventó una máquina para hacer parte del trabajo. llamada la Bomba, esta máquina detectaba los lugares donde las chuletas pudieran encajar en el mensaje. Algunas veces lo Bomba pudo encontrar el lugar correcto en una hora. Otras veces tardaba dias. 
     La Bomba medía mas de seis pies de altura y siete pies de largo. Pesaba dos mil libras. Cuando ya estaba próximo el final de la guerra, los británicos estaban usando mas de doscientas de estas maravillosas maquinas.
     En febrero de 1942, la armada alemana agregó un cuarto rotor a Enigma para volver más intrincados sus códigos. Esto hizo que los descifradores de Bletchley Park tardaran nueve meses en descubrir el código. Hasta que los nuevos códigos fueron descifrados, los aliados no pudieron detectar los submarinos alemanes. Los submarinos hundieron muchos barcos.
      Durante la Segunda Guerra Mundial, dos victorias navales ayudaron enormemente a los descifradores de códigos. En octubre de 1942, destructores británicos obligaron a la tripulación de un submarino alemán, el U-559, a abandonar la nave. Tres marinos británicos abordaron el barco y recuperaron los libros de códigos. Esto ayudó a descifrar mensajes. Dos años después, en junio de 1944, barcos estadounidenses obligaron a la tripulación de un submarino alemán, el U-505, a abandonar también la nave. Los estadounidenses capturaron el submarino y sus libros de códigos, que fueron enviados a Bletchley Park. 

Caída de las fuerzas del Eje

     Para 1942, los Estados Unidos se había unido a los Aliados en la Segunda Guerra Mundial. Con la ayuda de este país, los Aliados lucharon para liberar territorios que los alemanes y otras fuerzas del Eje habían ocupado. En junio de 1944, los Aliados enviaron fuerzas al oeste de Europa, mientras que el ejército ruso obligó a las tropas alemanas a abandonar Rusia. En otoño de ese año, las fuerzas alemanas empezaron a la retirada. Los Aliados invadieron Alemania y sus líderes se rindieron. La Segunda Guerra Mundial terminó en 1945.
     La capacidad de decodificar los mensajes secretos alemanes ayudó a los Aliados en su larga y difícil lucha. Los decodificadores brindaron informacion que ayudo a los líderes militares a tomar decisiones sobre cuándo y dónde atacar a las fuerzas del Eje.

Los descifradores de códigos en la historia

     Una vez terminada la guerra, podrías pensar que los descifradores de códigos obtuvieron el crédito que merecían. Pues no. El gobierno británico se resistió a dejar que alguien se enterara del difícil trabajo de los descifradores. El gobierno cerró Bletchley Park y quemó u oculto todas las pistas sobre lo que había ocurrido allí durante la guerra. Incluso destruyeron las máquinas Bomba.
     Cerca de treinta años después, los líderes gubernamentales cambiaron de opinión. Finalmente, Gran Bretana revelo el secreto de los descifradores de códigos y su triunfo sobre el código alemán. 





miércoles, 18 de octubre de 2017

Descifrando mensajes de los alemanes

Descifrando mensajes de los alemanes

Por Rena Korb

La Segunda Guerra Mundial


     En la década de 1930 había surgido una nueva fuerza que crecía en Europa. Alemania había estado creciendo cada vez con más fuera bajo el mando de Adolfo Hitler y del Partido Nazi. Los nazis llegaron a ser tan poderosos que Alemania empezo a exigir territorios que no le pertenecían. Las tropas alemanas tomaron Austria y parte de Checoslovaquia. Los líderes de Europa permitieron que Alemania mantuviera los nuevos territorios, pues deseaban evitar la guerra. Sin embargo, Alemania ocupó el resto de Checoslovaquia.
     El 1ero de septiembre de 1939, el ejército alemán invadió Polonia. Los cazabombarderos sobrevolaban los cielos y los tanques retumbaban por toda la frontera. Dos días después - incluso antes de que Polonia se rindiera - Gran Bretaña y Francia le declararon la guerra a Alemania. Habia comenzado la Segunda Guerra Mundial.
     En la Segunda Guerra Mundial combatieron mas de veinte países. Por un lado estaban las fuerzas Aliadas compuestas por Gran Bretaña, Rusia, los Estados Unidos y sus partidarios. Por otro lado estaban las fuerzas del Eje, con Alemania, Italia, Japón y sus partidarios. Solo unos pocos países en el mundo no tomaron partido por ninguno de los dos lados. Cuando finalizó la Segunda Guerra Mundial en 1945, se había combatido en partes de Europa, el Pacífico, Asia y África del Norte.
     Después de ocupar Polonia, las fuerzas alemanas comenzaron a atacar el resto de Europa. Al cabo de pocos meses, Alemania había ocupado gran parte del continente. Llegado el verano de 1940, sólo Gran Bretaña se mantenía luchando contra Alemania. Mas tarde las demás fuerzas aliadas se unirían a ella.
      Los alemanes bombardearon Gran Bretaña y amenazaron con invadirlos. Enviaron caza bombarderos a sobrevolar ciudades y campos. Los submarinos alemanes, conocidos como U-boats, hundían barcos que llevaban abastecimiento y tropas a Gran Bretaña. A diario, Alemania enviaba por radio miles de planes y mensajes de guerra. Todos estos mensajes estaban escritos en un código secreto alemán. Los oficiales británicos sabían que podrían luchar mejor contra los alemanes si lograban decodificar o interpretar estos mensajes secretos. Así podrían averiguar el siguiente plan de ataque alemán. Los británicos supieron de la existencia de este código durante anos, pero nunca pensaron que podrían descifrarlo.

Codigos secretos en la historia

     Desde la invención de la escritura en épocas antiguas, la gente ha codificado mensajes para protegerlos de sus enemigos. Por ejemplo, los antiguos griegos usaron cilindros como ayuda para leer mensajes secretos. El mensajero enviaba un mensaje en una tira de papel que se enrollaba alrededor de un cilindro, y el receptor lo enrollaba alrededor de un cilindro exactamente del mismo tamaño para leer el mensaje secreto.
     Otros sistemas de mensajes reemplazaban una letra con otra. Este se llamo sistema o código cifrado. Una clave mostraba como las letras eran sustituidas, de modo que el mensaje pudiera leerse. A fines del siglo XV, el italiano Leon Battista Alberti pensó en usar un disco para codificar mensajes.  Esto haría que descifrar los mensajes fuera mas difícil. Cada letra del texto estaba representada por diferentes letras en un mensaje. A comienzos del siglo XX, los inventores comenzaron a usar maquinas para poder crear códigos complicados.

La maquina Enigma


     Inmediatamente después de la Primera Guerra Mundial, un inventor alemán desarrollo una máquina de códigos con fines comerciales. En la década de 1920, el ejercito alemán uso una version de esa maquina, llamada Enigma, para codificar mensajes militares. Enigma significa "misterio". La maquina estaba hecha de modo que solo alguien con una maquina idéntica pudiera decodificar el mensaje.
     La Enigma se parecía un poco a una maquina de escribir. El operador escribía un mensaje en un teclado normal. Por ejemplo, cuando presionaba la tecla de la letra A, se enviaban señales eléctricas a través de un sistema de cables. Estos cables se conectaban a tres rotores. En cada uno, la letra A cambiaba a una letra diferente.     Los cables también se conectaban al teclado y los rotores se conectaban a unos enchufes que confundían la letra aun mas. Luego, una corriente eléctrica llegaba a un tablero iluminado con pequeñas celdas que se encendían. Cada celda tenia una letra. cuando la corriente eléctrica llegaba al tablero, la letra codificada se encendía. El operador veía que la A se convertía en otra letra como la D.
     Luego de presionar una tecla, los rotores giraban según un patrón. Cuando el operador presionaba de nuevo la tecla de A, aparecía una letra diferente de la D en el tablero. El código se parecía a letras puestas al azar. El hecho de tener más de un código para cada letra ocultaba aún mas el mensaje.
     La Enigma era una máquina muy complicada. Cada uno de los tres rotores podía intercambiarse o reemplazarse y cada uno tenía un anillo de letras que podían colocarse en diferente orden. Ademas, los cables del tablero iluminado intercambiaban aun mas las letras. Con los rotores y el tablero iluminado, !la Enigma tenía mas de 150 millones de configuraciones! Hoy en día una computadora tardaría un ano entero en descifrar un mensaje en todas sus posibles configuraciones. NO es de extrañar que los alemanes pensaran que sus códigos no serian descifrados.
     Para enviar mensajes secretos, un operador de Enigma escribió cada letra del mensaje con una mano, mientras que con la otra anotaba la letra del mensaje con una mano, mientras que con la otra anotaba la letra que se iluminaba en el tablero. Luego le daba el mensaje codificado a un operador de radio, quien lo enviaba a un receptor mediante el código Morse. El código Morse es una manera de transmitir letras y números por medio de señales cortas y largas. Estas letras se representan por medio de puntos y rayas. El receptor escribía en el mensaje codificado sobre su Enigma, y las letras originales aparecían en el tablero.
     El ejército alemán les dio libros de códigos a los operadores de Enigma que mostraban cómo configurar sus máquinas. Cada dia tenian que ordenar los rotores, calibrarlos de modo que la letra correcta apareciera por la celda y conectar los cables. Los libros de códigos les daban a los operadores las indicaciones para que todas las maquinas Enigma se configuraran exactamente igual.

domingo, 1 de octubre de 2017

Cuento: El cuento de los amigos


El cuento de los amigos

El cuento de los amigos
Esta es la historia de dos amigos, Pedro y Ramón, que se querían como hermanos a pesar de no tener vínculo familiar alguno.
Tenían una amistad tan grande, que para todos los moradores del pueblo eran como inseparables hermanos o gemelos sin mucho parecido físico, ya que uno era más alto y el otro más grueso, uno rubio y otro trigueño.
Su vínculo surgió desde que eran niños. Vivían cerca uno del otro y desde pequeños se adaptaron a jugar juntos y desempeñar todas las tareas en conjunto.
Podía vérseles lo mismo jugando a las escondidas que correteando de aquí para allá o dándose un chapuzón en la laguna, o jugando con animales, en fin, todo lo que un niño hace para hacer sus días divertidos.
De igual forma, los dos ayudaban mucho en sus casas y compartían las tareas del cole, por lo que los padres de cada uno querían al otro como un hijo más.
Así, Pedro y Ramón fueron creciendo, y también lo hicieron su amistad y las labores que hacían juntos.
Por supuesto, a medida que maduraban no hacían lo mismo que antes, pero igual se les podía ver juntos haciendo cualquier tarea típica de hombres de pueblo de leñadores como talando árboles, llevando madera al aserradero, vendiéndola o contribuyendo con su fuerza a la ejecución de las obras del vecindario.
Asimismo, compartían partidas de ajedrez y naipe, asados, horas de bares y muchas cosas más.
Tan inseparables eran que incluso cuando se casaron y tuvieron que construir su casa y su familia, lo hicieron uno al lado del otro, para que sus familias fuesen partícipes también del bello lazo de amistad que los unía.
Son muchos los ejemplos y las historias que reafirman que pocas veces se ha visto una amistad como la que unía a estos leñadores. Sin embargo hay una que resulta excepcional.
Resulta que un día estaba Pedro profundamente dormido en su hogar, junto a su esposa e hijo pequeño. Había tenido una jornada bastante tranquila en el trabajo y no había sucedido nada que se saliese de su rutina habitual.
Sin embargo, de repente despertó sobresaltado, como quien tuviese una gran preocupación o tormento en su cabeza.
Sin dar explicación a su cónyuge, extremadamente intrigada por la agitación de su marido, tomó una farola y fue rápido a casa de su vecino y amigo Ramón, al que tocó la puerta con una dureza típica de una persona apurada.
En unos segundos, también asustado, Ramón abrió su puerta y al ver a su amigo tan pálido le preguntó:
-¿Pasa algo Pedro? ¿Por qué me tocas a la puerta tan tarde en la noche y con ese sobresalto?
El interpelado no pudo responder de pronto, pues su nerviosismo y agitación no le dejaban aún recuperar el aliento e hilvanar las ideas para narrar lo sucedido.
Ante este silencio Ramón volvió a intervenir.
-En serio, dime –le pidió. –Me tienes preocupado. ¿Pasa algo en tu casa? ¿Intentaron robarte? ¿Están bien tu esposa e hijo? ¿Te sucede algo a ti, te sientes enfermo acaso?
Ante tanta insistencia, y un poco más recuperado, Pedro pudo responder a Ramón.
-Amigo, no pasa nada. Sucede que dormía profundamente y de repente me vi en un extraño sueño, donde corrías un grave peligro. Disculpa mi agitación y mis formas, pero tenía que asegurarme de que tanto tú como tu familia estaban en perfectas condiciones.
Agradecido y feliz, Ramón contestó:
-¡Qué disculpas ni ocho cuartos! ¿Cómo vas a pedir mi perdón por algo que debería agradecer yo? Tener un amigo que preocupe así por uno es de lo más grande que se puede desear en la vida. Ahora te digo, ten por seguro que yo haría lo mismo por ti, sin importar la hora que fuese.
Y así ambos amigos se fundieron en un abrazo y fueron a jugar una partida de naipes y a beber una cerveza hasta que a Pedro se le calmase su sobresalto.
Su amistad después de ese día siguió siendo igual de fuerte, tal vez un poco más, lo que demostró a todos los que lo conocían, y a nosotros que nos enteramos ahora de sus peripecias, que amistad como la de ellos hay realmente pocas y que los verdaderos amigos son aquellos que siempre están ahí el uno para el otro, tanto en las buenas como en las malas.
En sus familias la historia se repitió con sus hijos, luego con sus nietos, bisnietos y así indefinidamente, aunque por supuesto, ya esas serían otras historias y otros sueños para narrar.

Cuento: El carrete mágico

El carrete mágico 

El carrete mágico
Había una vez un pequeño príncipe, inquieto y travieso, que no le gustaba estudiar. Cuando sus padres le reprendían, se lamentaba diciendo: “¡Qué ganas de ser grande para hacer todo lo que quiera!”.
Un buen día, mientras se encontraba en su cuarto, descubrió junto a la ventana una bobina con hilos de oro. Ante la mirada sorprendida del principito, la bobina le habló con voz melodiosa: “Querido príncipe : He escuchado tus deseos de crecer pronto y te daré una oportunidad. A medida que desenrolles mis hilos, podrás avanzar por los días de tu vida. Pero ten cuidado, pues el hilo que se suelta no regresa, y el tiempo pasado no podrá ser recuperado jamás”.
Sin poder resistir su curiosidad, el pequeño príncipe tiró del hilo y al instante, quedó convertido en un joven gallardo y robusto. Con gran entusiasmo, volvió a tirar del hilo mágico y se descubrió con la corona de su padre. “¡Soy rey!”, “¡Soy rey!”, exclamaba con gran alegría. “Por favor, carrete mágico, quiero saber cómo lucirán mis hijos y mi señora reina”, exclamó impaciente mientras estiraba nuevamente el hilo.
Entonces, se apareció una mujer hermosa de largos cabellos junto a él, y tres chiquilines hermosos y gordos. La curiosidad del rey se hacía incontenible por saber cómo serían sus hijos de grande, así que tiró un tramo largo de aquel hilo, y otro más, y otro. De repente, notó que sus manos estaban pálidas y débiles, y en el reflejo del espejo descubrió un viejo consumido y seco.
El príncipe, al ver que había desenrollado todo el hilo, quiso devolverlo nuevamente a su lugar, pero tal como le habían advertido, era completamente imposible. ¡Había consumido toda su vida! La bobina mágica, al verlo tan afligido exclamó: “¿Qué has hecho, criatura infeliz? En vez de vivir los momentos hermosos de tu vida, decidiste pasarlos por alto. Has malgastado el tiempo inútilmente y ya no hay nada que puedas hacer, salvo pagar por tu insolencia”.
Y así quedó el anciano rey, que sólo pudo disfrutar de una corta vejez hasta que murió de tristeza en su alcoba, por haber desperdiciado toda su vida, sin vivirla como debe ser.

martes, 19 de septiembre de 2017

Cuento: El ratón listo y el águila avariciosa

El ratón listo y el águila avariciosa

Fábula de El ratón listo y el águila avariciosa

Adaptación de la fábula popular de los Andes

Muy lejos de aquí, en lo alto de una escarpada montaña de la cordillera de los Andes, vivía un águila que se pasaba el día oteando el horizonte en busca de alguna presa.
Una aburrida mañana, con sus potentes ojos oscuros, distinguió un ratón que correteaba nervioso sobre la tierra seca. Batió fuertemente las alas, emprendió el vuelo y se plantó junto a él antes de que el animalillo pudiera reaccionar.
– ¡Hola, ratón! ¿Puedo saber qué estás haciendo? ¡No paras de moverte de aquí para allá!
El roedor se asustó muchísimo al ver el gigantesco cuerpo del águila frente a él, pero simuló estar tranquilo para aparentar que no sentía ni pizca de miedo.
– No hago nada malo. Solo estoy buscando comida para mis hijitos.
En realidad al águila le importaba muy poco la vida del ratón. El saludo no fue  por educación ni por interés personal, sino para ganarse su confianza y poder atraparlo con facilidad ¡Hacía calor y no tenía ganas de hacer demasiados esfuerzos!
Como ya lo tenía a su alcance, le dijo sin rodeos:
– Pues lo siento por ti, pero tengo mucha hambre y voy a comerte ahora mismo.
El ratoncito sintió que un desagradable calambre recorría su cuerpo. Tenía que escapar como fuera, pero sus posibilidades eran mínimas porque el águila era mucho más grande y fuerte que él. Solo le quedaba un recurso para intentar salvar su vida: el ingenio.
Armándose de valor, sacó pecho y levantó la voz.
– ¡Escúchame con atención, te propongo un trato! Tú no me comes pero a cambio te doy a mis ocho hijos.
El águila se quedó pensativa unos segundos ¡La oferta parecía bastante ventajosa para ella!
– ¿A tus hijos?…  ¿Y dices que son ocho?
– ¡Sí, ocho son! Yo que tú no me lo pensaba demasiado, porque claramente sales ganando ¿No te parece?
Al águila le pudo la gula y sobre todo, la codicia.
– Está bien… ¡Acepto, acepto! ¡Llévame hasta tus crías inmediatamente! Además, hace horas que no pruebo bocado y si no como algo, voy a desmayarme.
El ratón, sudando a chorros pero tratando de conservar la calma, comenzó a caminar seguido por el águila, que iba pisándole los talones y no le quitaba ojo. Al llegar a una cuevita del tamaño de un puño, le dijo:
– Eres demasiado grande para entrar en mi casa. Aguarda aquí afuera, que ahora mismo te traigo a mis pequeños.
– De acuerdo, pero más te vale que no tardes.
El ratón metió la cabeza en el oscuro agujero y desapareció bajo tierra. Pasaron unos minutos y el águila empezó a inquietarse porque el ratón no regresaba.
– ¡Vamos, maldito roedor! ¡Date prisa, que no tengo todo el día!
El águila permaneció quieta frente a la topera casi una hora y harta de esperar, comprendió que el ratón se había burlado de ella. Acercó el ojo al orificio y gracias a su buena vista distinguió un profundo túnel que se comunicaba con un montón de galerías kilométricas, cada una en una dirección.
– ¡Este ratón ha huido con sus crías por uno de los pasadizos! ¡Se ha burlado de mí!
Enfadada consigo misma y avergonzada por no haber sido más lista, se lamentó:
– ¡Eso me pasa por avariciosa! ¡Tenía que haberme comido al ratón!
Así fue cómo el astuto ratoncito logró salvar su vida y llevarse bien lejos a su querida familia, mientras que el águila tuvo que regresar a la cima de la montaña con el estómago vacío.

Derechos: Cristina Rodriguez Lomba 

Cuento: La princesa y el jazmín

La princesa y el jazmín

Cuento tradicional La princesa y el jazmín

Adaptación del cuento popular de España

Había una vez una hermosa princesa que vivía en un enorme y lujoso palacio. Podemos pensar que lo tenía todo, pero no… La princesa vivía encerrada porque sus padres, los reyes, ni siquiera le permitían salir a jugar al jardín. La niña se sentía triste y sólo tenía como compañía un hermoso jazmín. A esta delicada flor le contaba sus penas y sus anhelos más íntimos.
– ¡Ay, amigo jazmín…! Siempre estoy aburrida entre estas cuatro paredes. En cambio, la hija del carbonero corretea por el jardín persiguiendo mariposas y sintiendo la hierba fresca bajo sus pies descalzos ¡Cuánto me gustaría salir a correr y jugar al aire libre!
La flor, que era mágica, sintió pena por la niña y quiso que cumpliera su deseo.
– Sal si quieres, querida princesa. Para que no lo descubran, yo guardaré tu voz mientras no estás.
La niña se puso muy contenta y salió de palacio esquivando a los centinelas de la puerta. Nadie se dio cuenta de que había salido.
La reina pasó un rato después por su habitación y llamó a la puerta.
¡Toc toc toc!
– ¿Hija mía, estás ahí?
El jazmín respondió imitando la voz de la princesa.
– ¡Sí, mamá, estoy leyendo!
La madre se fue tranquila, pero pasaron dos horas y la niña no bajaba a comer, así que subió de nuevo a su cuarto.
¡Toc toc toc!
– ¿Sigues leyendo, hija? ¿Estás bien?
– Sí, mamá, sigo leyendo, no te preocupes.
Pero la reina, extrañada de que su hija estuviera tan enfrascada en la lectura, decidió entrar sin pedir permiso. Allí no había nadie.
– Pero hija… ¿Dónde estás? ¡No te veo!
– Estoy aquí, mamá – dijo el jazmín desde su maceta.
La reina oía la voz pero no veía a su hija. Asustada, llamó al rey, quien a su vez llamó a los guardias.
– Querido, tú mismo comprobarás cómo en esta habitación se oye la voz de nuestra hija pero no hay ni rastro de ella – dijo la reina, consternada.
El rey hizo la prueba.
– Hija… ¿Estás aquí? ¿Dónde te escondes? Sal para que podamos verte.
– Estoy aquí, papá – contestó el jazmín con la voz de la niña.
La reina estaba mirando a la flor y se dio cuenta de que era ella quien hablaba.
– ¡Oh, no puede ser! – musitó espantada, llevándose las manos a la boca – ¡Esta flor está embrujada! ¡Ese jazmín habla como si fuera nuestra hija!
El rey, atónito, arrancó la flor de la tierra y se la entregó a un soldado.
– ¡Echen al fuego ahora mismo este jazmín! ¡Quiero que arda en la chimenea hasta que sólo queden cenizas!
Justo en ese momento la princesita apareció por la puerta suplicando.
– ¡Por favor, no lo hagas! Ese jazmín es la única compañía que tengo en mis días de soledad. Tan sólo quería ayudarme para que yo pudiera salir un rato a jugar.
El rey no dio su brazo a torcer. No iba a permitir que su querida niña tuviera una flor encantada ¡A saber qué hechizos o maldiciones podía hacer!
– ¡Ni hablar! ¡Eso ni lo sueñes! ¡Esa maldita flor va a desaparecer de mi vista ahora mismo!
La princesa hizo un rápido movimiento y le quitó el jazmín a un soldado larguirucho que lo  sostenía pasmado mientras esperaba nueva orden. Abrió la boca y se la tragó.
A partir de ese momento, la flor vivió dentro de ella para siempre y cuenta la leyenda que todo el que se acercaba a la princesa, notaba un delicado aroma a jazmín perfumando su boca.
Derechos: Cristina Rodriguez Lomba 

Cuento: El rey sabio




El rey sabio

Cuento clásico El rey sabio

Adaptación del cuento de Gibrán Jalil Gibrán

Hace muchos, muchos años en una ciudad de Irán llamada Wirani, hubo un rey que gobernaba con firmeza su territorio. Había acumulado tanto poder que nadie se atrevía a cuestionar ninguna de sus decisiones: si ordenaba alguna cosa, todo el mundo obedecía sin rechistar ¡Llevarle la contraria podía tener consecuencias muy desagradables!
Podría decirse que todos le temían, pero como además era un hombre sabio, en el fondo  le   respetaban y valoraban su manera de hacer las cosas.
En Wirani solo había un pozo pero era muy grande y servía para abastecer a todos los habitantes de la ciudad. Cada día centenares de personas acudían a él y llenaban sus tinajas para poder beber y asearse. De la misma manera, los sirvientes del rey recogían allí el preciado líquido para llevar a palacio. Así pues, el pobre y el rico, el rey y el aldeano, disfrutaban de la misma agua.
Sucedió que una noche de verano, mientras todos dormían, una horripilante bruja se dirigió sigilosamente al pozo. Lo tocó y comenzó a reírse mostrando sus escasos dientes negros e impregnando el aire de un aliento que olía a pedo de mofeta ¡Estaba a punto de llevar a cabo una de sus maquiavélicas artimañas y eso le divertía mucho!
– ¡Ja, ja, ja! ¡Estos pueblerinos se van a enterar de quién soy yo!
Debajo de la falda llevaba una bolsita, y dentro de ella, había un pequeño frasco que contenía un líquido amarillento y pegajoso. Lo cogió, desenroscó el pequeño tapón, y dejó caer unas gotas en el interior del pozo mientras susurraba:
– Soy una bruja y como bruja me comporto ¡Quien beba de esta agua se volverá completamente loco!
Dicho esto, desapareció en la oscuridad de la noche dejando una pequeña nebulosa de humo como único rastro.
Unas horas después los primeros rayos del sol anunciaron la llegada del nuevo día. Como siempre, se escucharon los cantos del gallo y la ciudad se llenó del ajetreo diario.
¡Esa mañana el calor era sofocante! Todos los habitantes de Wirani, sudando como pollos,  corrieron a buscar agua del pozo para aplacar la sed y darse un baño de agua fría. Curiosamente, nadie se dio cuenta de que el agua no era exactamente la misma y algunos hasta exclamaban:
– ¡Qué delicia!… ¡El agua del pozo está hoy más rica que nunca!
Todos la saborearon excepto el rey, que  casualmente se encontraba de viaje fuera de la ciudad.
Pasó el caluroso día, pasó la noche, y el nuevo amanecer llegó como siempre, pero lo cierto es que ya nada era igual en la ciudad ¡Todo el mundo  había cambiado! Por culpa del hechizo de la bruja, hombres, mujeres, niños y ancianos, se levantaron nerviosos y haciendo cosas disparatadas. Unos deliraban y decían cosas sin sentido; otros comenzaron a sufrir alucinaciones y a ver cosas raras por todas partes.
No había duda… ¡Todos sin excepción habían perdido el juicio!
El rey, ya de regreso, fue convenientemente informado de lo que estaba sucediendo y salió a dar un paseo para comprobarlo con sus propios ojos. Los ciudadanos se arremolinaron en torno a él, y al ver que no se comportaba como ellos, empezaron a pensar que se había vuelto loco de remate.
Completamente trastornados  salieron  corriendo en tropel hacia la plaza principal para decirse unos a otros:
– ¿Os habéis dado cuenta de que nuestro rey  está rarísimo? ¡Yo creo que se ha vuelto majareta!
– ¡Sí, sí, está como una cabra!
– ¡Tenemos que expulsarlo y que gobierne otro!
Imagínate un montón de personas fuera de control, totalmente enloquecidas, que de repente se convencen de que las chifladas no son ellas, sino su rey. Tanto revuelo se formó que el monarca puso el grito en el cielo.
– ¡¿Pero qué demonios está pasando?! ¡Todos mis súbditos han perdido el seso y piensan que el que está loco soy yo! ¡Maldita sea!
A pesar de la difícil papeleta a la que tenía que enfrentarse, decidió mantener la calma y reflexionar. Rápidamente, ató cabos y sacó una conclusión que dio en el clavo:
– Ha tenido que ser por el agua del pozo… ¡Es la única explicación posible! Sí, está claro que todos han bebido menos yo y por eso me he salvado…  ¡Apuesto el pescuezo a que esto es cosa de la malvada bruja!
Mientras cavilaba, vio de reojo a un alfarero que llevaba una jarra de barro en la mano.
– ¡Caballero, présteme la jarra!
– ¡Aquí tiene, majestad, toda suya!
El monarca la agarró por el asa, apartó a la gente a codazos y dando grandes zancadas se plantó frente al pozo de agua sin ningún tipo de temor. Los habitantes de Wirani se apelotonaron tras él conteniendo la respiración.
– Así que pensáis que el loco soy yo ¿verdad? ¡Pues muy bien, ahora mismo voy a poner solución a esta desquiciante situación!
El rey metió la jarra en el pozo y bebió unos cuantos sorbos del agua embrujada. En cuestión de segundos,  tal como había sentenciado la bruja, enloqueció como los demás.
Y… ¿sabes qué pasó? Pues que los perturbados ciudadanos comenzaron a aplaudir porque pensaron que al fin el rey ya era como ellos, es decir… ¡que había recobrado la razón!

Derechos: Cristina Rodriguez Lomba 

martes, 12 de septiembre de 2017

Cómo hacer la tarea de la clase de Lectura

Debes de leer por 30 minutos algún cuento, articulo, revista, página web de noticias, o el periódico.
Después de leer, debes completar el cuadro de la hoja del Record de Lectura.

Asegúrate de especificar que tipo de género es:
Si es un cuento, puede ser...                          Si el artículo es real, puede ser...
Ficción realista                                              Texto Expositivo
Fantasia                                                          Biografia
Fábula                                                            Autobiografía


Si es un cuento, debes hacer tu resumen con las siguientes oraciones:
Esto es un cuento sobre...
Toma lugar en...
En el principio...
El problema era que...      , asi es que...
Al final...


Si es un artículo real, debes de hacer tu resumen con las siguientes oraciones:
Esta selección trato de...
Los detalles me ayudaron a entender que...
Aprendí que...
También aprendí que...
Creo que el autor quiere que recuerde que...


Por último, no te olvides de pedirle a tus padres que firmen tu tarea.




5 de mayo

15 cosas sobre la Batalla de Puebla ¿Celebras el cinco de mayo en familia? Hoy existen diversas celebraciones en Estados Unidos y México...