martes, 19 de septiembre de 2017

Cuento: El ratón listo y el águila avariciosa

El ratón listo y el águila avariciosa

Fábula de El ratón listo y el águila avariciosa

Adaptación de la fábula popular de los Andes

Muy lejos de aquí, en lo alto de una escarpada montaña de la cordillera de los Andes, vivía un águila que se pasaba el día oteando el horizonte en busca de alguna presa.
Una aburrida mañana, con sus potentes ojos oscuros, distinguió un ratón que correteaba nervioso sobre la tierra seca. Batió fuertemente las alas, emprendió el vuelo y se plantó junto a él antes de que el animalillo pudiera reaccionar.
– ¡Hola, ratón! ¿Puedo saber qué estás haciendo? ¡No paras de moverte de aquí para allá!
El roedor se asustó muchísimo al ver el gigantesco cuerpo del águila frente a él, pero simuló estar tranquilo para aparentar que no sentía ni pizca de miedo.
– No hago nada malo. Solo estoy buscando comida para mis hijitos.
En realidad al águila le importaba muy poco la vida del ratón. El saludo no fue  por educación ni por interés personal, sino para ganarse su confianza y poder atraparlo con facilidad ¡Hacía calor y no tenía ganas de hacer demasiados esfuerzos!
Como ya lo tenía a su alcance, le dijo sin rodeos:
– Pues lo siento por ti, pero tengo mucha hambre y voy a comerte ahora mismo.
El ratoncito sintió que un desagradable calambre recorría su cuerpo. Tenía que escapar como fuera, pero sus posibilidades eran mínimas porque el águila era mucho más grande y fuerte que él. Solo le quedaba un recurso para intentar salvar su vida: el ingenio.
Armándose de valor, sacó pecho y levantó la voz.
– ¡Escúchame con atención, te propongo un trato! Tú no me comes pero a cambio te doy a mis ocho hijos.
El águila se quedó pensativa unos segundos ¡La oferta parecía bastante ventajosa para ella!
– ¿A tus hijos?…  ¿Y dices que son ocho?
– ¡Sí, ocho son! Yo que tú no me lo pensaba demasiado, porque claramente sales ganando ¿No te parece?
Al águila le pudo la gula y sobre todo, la codicia.
– Está bien… ¡Acepto, acepto! ¡Llévame hasta tus crías inmediatamente! Además, hace horas que no pruebo bocado y si no como algo, voy a desmayarme.
El ratón, sudando a chorros pero tratando de conservar la calma, comenzó a caminar seguido por el águila, que iba pisándole los talones y no le quitaba ojo. Al llegar a una cuevita del tamaño de un puño, le dijo:
– Eres demasiado grande para entrar en mi casa. Aguarda aquí afuera, que ahora mismo te traigo a mis pequeños.
– De acuerdo, pero más te vale que no tardes.
El ratón metió la cabeza en el oscuro agujero y desapareció bajo tierra. Pasaron unos minutos y el águila empezó a inquietarse porque el ratón no regresaba.
– ¡Vamos, maldito roedor! ¡Date prisa, que no tengo todo el día!
El águila permaneció quieta frente a la topera casi una hora y harta de esperar, comprendió que el ratón se había burlado de ella. Acercó el ojo al orificio y gracias a su buena vista distinguió un profundo túnel que se comunicaba con un montón de galerías kilométricas, cada una en una dirección.
– ¡Este ratón ha huido con sus crías por uno de los pasadizos! ¡Se ha burlado de mí!
Enfadada consigo misma y avergonzada por no haber sido más lista, se lamentó:
– ¡Eso me pasa por avariciosa! ¡Tenía que haberme comido al ratón!
Así fue cómo el astuto ratoncito logró salvar su vida y llevarse bien lejos a su querida familia, mientras que el águila tuvo que regresar a la cima de la montaña con el estómago vacío.

Derechos: Cristina Rodriguez Lomba 

Cuento: La princesa y el jazmín

La princesa y el jazmín

Cuento tradicional La princesa y el jazmín

Adaptación del cuento popular de España

Había una vez una hermosa princesa que vivía en un enorme y lujoso palacio. Podemos pensar que lo tenía todo, pero no… La princesa vivía encerrada porque sus padres, los reyes, ni siquiera le permitían salir a jugar al jardín. La niña se sentía triste y sólo tenía como compañía un hermoso jazmín. A esta delicada flor le contaba sus penas y sus anhelos más íntimos.
– ¡Ay, amigo jazmín…! Siempre estoy aburrida entre estas cuatro paredes. En cambio, la hija del carbonero corretea por el jardín persiguiendo mariposas y sintiendo la hierba fresca bajo sus pies descalzos ¡Cuánto me gustaría salir a correr y jugar al aire libre!
La flor, que era mágica, sintió pena por la niña y quiso que cumpliera su deseo.
– Sal si quieres, querida princesa. Para que no lo descubran, yo guardaré tu voz mientras no estás.
La niña se puso muy contenta y salió de palacio esquivando a los centinelas de la puerta. Nadie se dio cuenta de que había salido.
La reina pasó un rato después por su habitación y llamó a la puerta.
¡Toc toc toc!
– ¿Hija mía, estás ahí?
El jazmín respondió imitando la voz de la princesa.
– ¡Sí, mamá, estoy leyendo!
La madre se fue tranquila, pero pasaron dos horas y la niña no bajaba a comer, así que subió de nuevo a su cuarto.
¡Toc toc toc!
– ¿Sigues leyendo, hija? ¿Estás bien?
– Sí, mamá, sigo leyendo, no te preocupes.
Pero la reina, extrañada de que su hija estuviera tan enfrascada en la lectura, decidió entrar sin pedir permiso. Allí no había nadie.
– Pero hija… ¿Dónde estás? ¡No te veo!
– Estoy aquí, mamá – dijo el jazmín desde su maceta.
La reina oía la voz pero no veía a su hija. Asustada, llamó al rey, quien a su vez llamó a los guardias.
– Querido, tú mismo comprobarás cómo en esta habitación se oye la voz de nuestra hija pero no hay ni rastro de ella – dijo la reina, consternada.
El rey hizo la prueba.
– Hija… ¿Estás aquí? ¿Dónde te escondes? Sal para que podamos verte.
– Estoy aquí, papá – contestó el jazmín con la voz de la niña.
La reina estaba mirando a la flor y se dio cuenta de que era ella quien hablaba.
– ¡Oh, no puede ser! – musitó espantada, llevándose las manos a la boca – ¡Esta flor está embrujada! ¡Ese jazmín habla como si fuera nuestra hija!
El rey, atónito, arrancó la flor de la tierra y se la entregó a un soldado.
– ¡Echen al fuego ahora mismo este jazmín! ¡Quiero que arda en la chimenea hasta que sólo queden cenizas!
Justo en ese momento la princesita apareció por la puerta suplicando.
– ¡Por favor, no lo hagas! Ese jazmín es la única compañía que tengo en mis días de soledad. Tan sólo quería ayudarme para que yo pudiera salir un rato a jugar.
El rey no dio su brazo a torcer. No iba a permitir que su querida niña tuviera una flor encantada ¡A saber qué hechizos o maldiciones podía hacer!
– ¡Ni hablar! ¡Eso ni lo sueñes! ¡Esa maldita flor va a desaparecer de mi vista ahora mismo!
La princesa hizo un rápido movimiento y le quitó el jazmín a un soldado larguirucho que lo  sostenía pasmado mientras esperaba nueva orden. Abrió la boca y se la tragó.
A partir de ese momento, la flor vivió dentro de ella para siempre y cuenta la leyenda que todo el que se acercaba a la princesa, notaba un delicado aroma a jazmín perfumando su boca.
Derechos: Cristina Rodriguez Lomba 

Cuento: El rey sabio




El rey sabio

Cuento clásico El rey sabio

Adaptación del cuento de Gibrán Jalil Gibrán

Hace muchos, muchos años en una ciudad de Irán llamada Wirani, hubo un rey que gobernaba con firmeza su territorio. Había acumulado tanto poder que nadie se atrevía a cuestionar ninguna de sus decisiones: si ordenaba alguna cosa, todo el mundo obedecía sin rechistar ¡Llevarle la contraria podía tener consecuencias muy desagradables!
Podría decirse que todos le temían, pero como además era un hombre sabio, en el fondo  le   respetaban y valoraban su manera de hacer las cosas.
En Wirani solo había un pozo pero era muy grande y servía para abastecer a todos los habitantes de la ciudad. Cada día centenares de personas acudían a él y llenaban sus tinajas para poder beber y asearse. De la misma manera, los sirvientes del rey recogían allí el preciado líquido para llevar a palacio. Así pues, el pobre y el rico, el rey y el aldeano, disfrutaban de la misma agua.
Sucedió que una noche de verano, mientras todos dormían, una horripilante bruja se dirigió sigilosamente al pozo. Lo tocó y comenzó a reírse mostrando sus escasos dientes negros e impregnando el aire de un aliento que olía a pedo de mofeta ¡Estaba a punto de llevar a cabo una de sus maquiavélicas artimañas y eso le divertía mucho!
– ¡Ja, ja, ja! ¡Estos pueblerinos se van a enterar de quién soy yo!
Debajo de la falda llevaba una bolsita, y dentro de ella, había un pequeño frasco que contenía un líquido amarillento y pegajoso. Lo cogió, desenroscó el pequeño tapón, y dejó caer unas gotas en el interior del pozo mientras susurraba:
– Soy una bruja y como bruja me comporto ¡Quien beba de esta agua se volverá completamente loco!
Dicho esto, desapareció en la oscuridad de la noche dejando una pequeña nebulosa de humo como único rastro.
Unas horas después los primeros rayos del sol anunciaron la llegada del nuevo día. Como siempre, se escucharon los cantos del gallo y la ciudad se llenó del ajetreo diario.
¡Esa mañana el calor era sofocante! Todos los habitantes de Wirani, sudando como pollos,  corrieron a buscar agua del pozo para aplacar la sed y darse un baño de agua fría. Curiosamente, nadie se dio cuenta de que el agua no era exactamente la misma y algunos hasta exclamaban:
– ¡Qué delicia!… ¡El agua del pozo está hoy más rica que nunca!
Todos la saborearon excepto el rey, que  casualmente se encontraba de viaje fuera de la ciudad.
Pasó el caluroso día, pasó la noche, y el nuevo amanecer llegó como siempre, pero lo cierto es que ya nada era igual en la ciudad ¡Todo el mundo  había cambiado! Por culpa del hechizo de la bruja, hombres, mujeres, niños y ancianos, se levantaron nerviosos y haciendo cosas disparatadas. Unos deliraban y decían cosas sin sentido; otros comenzaron a sufrir alucinaciones y a ver cosas raras por todas partes.
No había duda… ¡Todos sin excepción habían perdido el juicio!
El rey, ya de regreso, fue convenientemente informado de lo que estaba sucediendo y salió a dar un paseo para comprobarlo con sus propios ojos. Los ciudadanos se arremolinaron en torno a él, y al ver que no se comportaba como ellos, empezaron a pensar que se había vuelto loco de remate.
Completamente trastornados  salieron  corriendo en tropel hacia la plaza principal para decirse unos a otros:
– ¿Os habéis dado cuenta de que nuestro rey  está rarísimo? ¡Yo creo que se ha vuelto majareta!
– ¡Sí, sí, está como una cabra!
– ¡Tenemos que expulsarlo y que gobierne otro!
Imagínate un montón de personas fuera de control, totalmente enloquecidas, que de repente se convencen de que las chifladas no son ellas, sino su rey. Tanto revuelo se formó que el monarca puso el grito en el cielo.
– ¡¿Pero qué demonios está pasando?! ¡Todos mis súbditos han perdido el seso y piensan que el que está loco soy yo! ¡Maldita sea!
A pesar de la difícil papeleta a la que tenía que enfrentarse, decidió mantener la calma y reflexionar. Rápidamente, ató cabos y sacó una conclusión que dio en el clavo:
– Ha tenido que ser por el agua del pozo… ¡Es la única explicación posible! Sí, está claro que todos han bebido menos yo y por eso me he salvado…  ¡Apuesto el pescuezo a que esto es cosa de la malvada bruja!
Mientras cavilaba, vio de reojo a un alfarero que llevaba una jarra de barro en la mano.
– ¡Caballero, présteme la jarra!
– ¡Aquí tiene, majestad, toda suya!
El monarca la agarró por el asa, apartó a la gente a codazos y dando grandes zancadas se plantó frente al pozo de agua sin ningún tipo de temor. Los habitantes de Wirani se apelotonaron tras él conteniendo la respiración.
– Así que pensáis que el loco soy yo ¿verdad? ¡Pues muy bien, ahora mismo voy a poner solución a esta desquiciante situación!
El rey metió la jarra en el pozo y bebió unos cuantos sorbos del agua embrujada. En cuestión de segundos,  tal como había sentenciado la bruja, enloqueció como los demás.
Y… ¿sabes qué pasó? Pues que los perturbados ciudadanos comenzaron a aplaudir porque pensaron que al fin el rey ya era como ellos, es decir… ¡que había recobrado la razón!

Derechos: Cristina Rodriguez Lomba 

martes, 12 de septiembre de 2017

Cómo hacer la tarea de la clase de Lectura

Debes de leer por 30 minutos algún cuento, articulo, revista, página web de noticias, o el periódico.
Después de leer, debes completar el cuadro de la hoja del Record de Lectura.

Asegúrate de especificar que tipo de género es:
Si es un cuento, puede ser...                          Si el artículo es real, puede ser...
Ficción realista                                              Texto Expositivo
Fantasia                                                          Biografia
Fábula                                                            Autobiografía


Si es un cuento, debes hacer tu resumen con las siguientes oraciones:
Esto es un cuento sobre...
Toma lugar en...
En el principio...
El problema era que...      , asi es que...
Al final...


Si es un artículo real, debes de hacer tu resumen con las siguientes oraciones:
Esta selección trato de...
Los detalles me ayudaron a entender que...
Aprendí que...
También aprendí que...
Creo que el autor quiere que recuerde que...


Por último, no te olvides de pedirle a tus padres que firmen tu tarea.




5 de mayo

15 cosas sobre la Batalla de Puebla ¿Celebras el cinco de mayo en familia? Hoy existen diversas celebraciones en Estados Unidos y México...